Entre arenas rojas y sangrientas
de un grande y yermo desolado,
por monumentos desquebrajados
te yergues a carcajadas, crujidos y espanto,
por los planos del caos y con poder desmesurado
acompañado de crueles relámpagos y tormentas,
habitas y reinas en un imperio ensangrentado.
Coronado por el oro y poder victorioso
oh soberano y poderoso combatiente,
destruiste a hermano, sobrino e indigno,
demostrando ser digno y gran terrateniente,
pero injusto, cruel y misero el destino
pues en cólera gobiernas un imperio abandonado.
Cruelmente maldecido y desdichado,
por el hombre cegado y necesitado,
privado de las tierras de asuso
y toda dicha y bienaventuranza
tu castigo fue dado con injusta clemencia.
Más en tus ojos veo, amante misterioso,
lo hermoso y frío de tu humanidad,
admirado acaricio esa cara tan única y singular,
¡Oh padre de la calamidad y perversidad!
¡Oh faraón de lo oculto y lo tenebroso!
¡Oh Dios de lo caotico y desmoralizador!
¡Oh amante, que en nuestro estomago
injertas tal cual semilla de radiante luz dorada!
Tus hijos no te olvidan y te alzan como el todo,
y te proclaman como el único digno y decoroso
el padre y rey que fue, ah sido y sera soberano
en nuestra humilde y perniciosa humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario